Creciste con una serie de paradas obligatorias para llegar a la felicidad: graduarte, conseguir un buen trabajo, ascender, tener una familia, comprar una casa. Has ido tachando cada punto de esa lista, te esforzaste y cumpliste. Pero, en el fondo, sientes que no es suficiente. Te pesan las expectativas, la presión de no fallar y la sensación de que, por más que avances, siempre hay algo más que «debes» lograr. Es como si el aplauso de los demás fuera un eco que se desvanece, dejándote con la misma inquietud: ¿cuándo voy a estar realmente bien?
Esta fatiga es la señal de que has estado persiguiendo una definición de éxito que no es tuya. Es el resultado de vivir para cumplir con un guion escrito por otros, no por ti. Te sientes en deuda con las personas porque el «logro» que obtuviste no te llenó, y eso te hace sentir que fallaste en la promesa.
La solución no es tachar más puntos, sino detenerte a reescribir la lista. El primer paso es hacer una pausa, cerrar los ojos y preguntarte: si solo te quedara una parada en tu vida, ¿cuál elegirías? La respuesta no está en lo que te pidieron, sino en lo que realmente deseas.
Por: Ileana Mercado